En abril la universidad Arcis trajo a Chile a un tal Daniel Bensaid, que es algo así como una eminencia del izquierdismo europeo. Como acá nadie lo conocía, Bensaid pudo ofrecer tranquilamente una charla y visitar en terreno a algunos "actores populares" (así le dicen a los proletarios en la universidad). Después comió pollo con un grupo de estudiantes, y se fue. Y como suele ocurrir en estos casos, después de su partida lo único que se conocía de Bensaid eran los elogios que hizo de sí mismo y de su partido. O sea, seguía siendo un desconocido.
Bensaid es el jefe de la "Liga Comunista Revolucionaria", partido trotskista de Francia que además es una de las principales fuerzas electorales de la "extrema izquierda" en ese país. En las últimas elecciones la LCR llamó a votar por el derechista Chirac para que no ganara el ultraderechista Le Pen.
Bensaid y sus amigos hicieron el siguiente cálculo: Le Pen va a endurecer la represión contra los
inmigrantes + Chirac va a detener a los inmigrantes en la frontera = mejor votemos por Chirac. La LCR dice que esto fue una movida táctica para frenar a los fascistas, pero toda su historia política demuestra que se opone a los fascistas sólo para fortalecer a los sectores democráticos e izquierdistas del capital francés. No exageramos. Después del atentado a las Torres Gemelas la LCR firmó junto a los estalinistas del PC un comunicado llamando a utilizar "todos los medios para identificar, arrestar y juzgar a los autores del atentado en el marco del derecho internacional y de la Carta de la ONU". Poco tiempo después el gobierno francés puso en marcha el operativo "Vigipirate" para reprimir y deportar a trabajadores y jóvenes inmigrantes, todo dentro del "marco del derecho internacional" como había pedido la LCR. Cuatro años después Bensaid y los demás jefes de su partido seguían mostrando el mismo aprecio por la institucionalidad internacional capitalista: llamaron a votar contra la Constitución Europea, como una forma de "censurar al liberalismo".
Cuando la Constitución fue rechazada por los votantes, la LCR afirmó que esto era "una victoria para el mundo del trabajo frente a un proyecto de constitución que pretendía anular todas las conquistas acumuladas durante el siglo XX".
Pero ¿de qué conquistas estaban hablando? La LCR, siguiendo una vieja tradición, usó las elecciones para propagandear su política reformista. O sea, las usó para lo único que sirven: para ilusionar y aturdir a las masas.
Pero la política del partido de Bensaid tiene aspectos todavía más oscuros. A fines del 2000 el eurodiputado de la LCR Alain Krivine viajó junto a parlamentarios estalinistas a Medio Oriente para tratar de convencer a los palestinos de que acepten las "condiciones de paz" ofrecidas por las potencias imperialistas a través de la ONU. Obviamente Krivine no gozaba de mucha popularidad entre los palestinos, por lo cual se limitó a recorrer las calles arrasadas por los tanques israelíes y a lagrimear por sus aterrorizados habitantes. En Israel le fue mejor: allí se reunió con el movimiento pacifista "Bloque de la paz", instrumento político del genocida Sharon para neutralizar el descontento de los israelíes que no disfrutan las masacres de niños en Gaza. Desde esa tribuna, el líder de la LCR llamó a los palestinos a aceptar el plan de la ONU.
La actividad de la LCR está ligada a asociaciones como Attac, el Foro Social, grupos ecologistas y feministas, sindicatos, etc. Movimientos que no tienen nada de revolucionarios y que suelen ser hostiles a todo lo que tenga que ver con lucha de clases. No hay de qué extrañarse: pese a su ostentoso nombre, la "Liga" de Bensaid no es ni comunista, ni revolucionaria. Uno de sus capataces, llamado Besancenot, dice que el objetivo de la LCR "es una política anticapitalista que, en caso de gobernar, no olvidaría implementar un aumento de 300 euros sobre los salarios… prohibir los despidos… extendería los servicios públicos… Esa política anticapitalista implica un verdadero reparto igualitario de la riqueza…". Para la LCR ¡aumentar los salarios y repartir mejor las mercancías son medidas anticapitalistas! En realidad, estas medidas son las únicas que podrán salvar las bases del orden capitalista frente a una crisis social. Con estas medidas de emergencia la LCR le propuso al resto
de la izquierda francesa avanzar hacia "un gobierno de transformación radical de la sociedad que aplique efectivamente un programa de ruptura anticapitalista". Es obvio que Bensaid y sus amigos no creen ni una
palabra de sus propias mentiras, pero necesitan hablar así para poder maniobrar frente los gobiernos de turno. Los jefes de la LCR han planteado claramente que están dispuestos a "ejercer responsabilidades en el seno de un gobierno de transformación…". Babean y gimen por un ministerio.
De hecho, ya poseen uno. La sección en Brasil de la LCR se llama Democracia Socialista, y es una corriente dentro del partido gobernante, el PT. Uno de los amigos de Bensaid en Brasil, Miguel Rossetto, es Ministro de Desarrollo Agrario de Lula, y otros ocupan puestos importantes en el Ministerio de Hacienda. Después de las últimas elecciones en Brasil estos "revolucionarios" acusaron al gobierno de Lula (gobierno del que forman parte) de haber "traicionado" a la clase obrera, pero ¡siguen ocupando tranquilamente sus puestos en él! Sin ir más lejos, Rossetto es responsable directo de la represión contra los campesinos sin tierra, porque su cargo le obliga a defender los intereses de los terratenientes.
Asimismo, mientras Chávez ordena una feroz represión contra los trabajadores, Bensaid afirma que Venezuela es el ejemplo a seguir en Europa.
Durante las revueltas de octubre-noviembre del año pasado en Francia, el partido de Bensaid llamó a defender el régimen republicano, la democracia y el diálogo, para que se restableciera la "paz civil". Mientras la policía y la televisión trataban de controlar la rebelión, la LCR puso en boca de los incendiarios unas reivindicaciones que ellos jamás habían pronunciado. Esta es una táctica defensiva típica de la izquierda: muestra a los insurrectos como una pobre gente "olvidada por el gobierno", "excluida" de las bondades de la democracia capitalista, a fin de aislarlos del resto del proletariado. Por eso cuando los disturbios parecían incontrolables, Bensaid llamó a todo el mundo a unirse en defensa de una mentira: "La LCR llama a la población, a los jóvenes, a las fuerzas de izquierda y democráticas a reaccionar juntos para defender las exigencias de justicia, de igualdad de derechos y de dignidad". Pero ningún joven incendiario había dicho una sola palabra sobre "justicia" o "igualdad de derechos": lo que querían era reducir a cenizas la justicia y la igualdad burguesa, y los aparatos policiales que las defienden, como la LCR.
Presas del pánico, Bensaid y sus amigos se unieron a los burócratas sindicales de la CGT para firmar un comunicado donde exigían que "se restaure la situación en los suburbios y se restablezca la calma".
En marzo y abril una oleada de huelgas y disturbios volvió a amenazar la calma capitalista en Francia. El partido de Bensaid se sumó a las quejas
respetuosas de la izquierda y los sindicatos, exigiendo que sea retirada la Ley de Primer Empleo que motivó la revuelta. Además, la LCR pidió la renuncia de todo el gobierno de Chirac, a fin de salvar a la república democrática del capital. Como el mismo Bensaid dijo, "se trata de estar atento y a la pesca de lo inédito que pueda surgir en la rasgadura del acontecimiento". O sea: "puede que ahora sí consigamos un ministerio".
Cuando la universidad Arcis trajo a Bensaid a Chile, evitó decir quién es él. Ahora se sabe.