Penoso resultaba ver en la movilizaciones estudiantiles a escolares y universitarios pedir a gritos que un pequeño grupo se sacara las capuchas, “Da la cara cobarde!!”, resonaba más de lo que uno quisiera, ¿cobarde?.
Uno de los elementos constitutivos del poder del capital es el hecho de individualizar, aislar, conocer y poseer la identidad de cada persona disidente al orden establecido.
La investigación y la intromisión por parte del poder son hechos innegables y en esto las nuevas tecnologías juegan un papel tan fundamental como la ingenuidad y la displicencia de todos nosotros.
Carabineros, investigaciones, ANI, CNI, ponles el nombre que quieras, el objetivo es el mismo, individualizar para detener, para anticiparse, para desarticular cualquier instancia que se levante contra la explotación que promueve el sistema actual.
En ese sentido, taparse la cara trasciende al cariz simbólico que algunos pretenden darle y adquiere una importancia práctica y vital para poder seguir operando, cierto es que con solo taparse la cara no basta, pero es un paso más, tendiente a no regalarse frente a la represión, a negarle a cualquier aparataje de seguridad y al poder mismo, el autoproclamado derecho a saberlo todo, el falso derecho a filmarte y archivarte en una carpeta bajo premisas de seguridad nacional.
Ninguna cobardía en el hecho de taparse la cara, ninguna vergüenza, al contrario, ese solo acto se enfrenta a las lógicas del poder cambiando por completo las reglas del juego. Y ese ejercicio tan simple y económico, que no requiere ninguna preparación previa, molesta tanto, exaspera tanto que hace urgente una legislación que lo sancione.
Al enemigo no le entrego ni mi rostro, ni mis declaraciones y quien no comprenda aquello, entonces no dimensiona realmente lo que significa oponerse al orden actual y su lucha por estéril y vacía, no está más que condenada a la muerte.
Por ello nos parece una vergüenza y una falta de claridad política las declaraciones que dieron a la prensa ciertos grupos anarquistas y de “contrainformación”, en el ámbito de las investigaciones a lo ocurrido el 1 de Mayo.
¿Por qué grupos supuestamente anticapitalistas, antisistémicos, contrarios al Estado (y a todo su aparataje social) deciden dar entrevistas para hablar de los encapuchados y de los saqueos?, ¿por qué esos grupos entregan información sobre sí mismos, sobre otros y critican las inconsistencias de su supuesto movimiento?, ¿por qué hacen eso frente a una grabadora del periodismo burgués?.....preguntas que a nuestro juicio tienen una respuesta común y que no es otra que una grave indefinición política.
En tiempos de crisis y revueltas, hay muchos que pierden el horizonte, muchos que se acreditan frente al ministerio del interior para trabajar en “contrainformación”, cayendo sin conciencia en una contradicción ridícula*.
Cuando el poder sale a cazar brujas, algunos se sientan con los “periodistas” y desdeñan la acción directa, hablan contra los saqueos y contestan todas las preguntas del cuestionario burgués. Y si ante la más mínima presión, pierden el control y sucumben al pánico, entonces no son nuestros compañeros, porque en esta guerra social, en esta lucha de clases de la cual somos partícipes, hay que cultivar no solo la responsabilidad si no que también los nervios de acero.
Esto no es un juego, toma tu posición, no te regales e identifica a los falsos críticos del capital.
Nos vemos en la calle.
* Nota:
Ambas cuestiones propuestas (el que -en tiempos de revuelta- proletarios tiendan a romper más fácilmente con sus enemigos de izquierda y derecha (como se plantea en el texto “1. a”), y que otros tantos tiendan a sucumbir al temor acreditándose ante el enemigo (como se plantea en este texto)) podrían parecer una contradicción, en la medida que supusiéramos que el proletariado actúa de forma homogénea desde su posición en la sociedad de clases. Tal suposición, creemos, ignora las formas (entrecomillas) espontáneas con que actúan los explotados para liberarse, siendo inicialmente más un caos y una pura negación (de la negación), que un actuar ordenado y clarificado en términos político-discursivos. La oposición del proletariado a la sociedad de clases no deriva de la adopción de un discurso determinado, ni de una identidad, ni tan siquiera de una postura política tal y como las conocemos. La oposición de los proletarios contra la burguesía es una cuestión material y no ideal, una cuestión de vida, de un programa histórico vivo.
Es por esto que, en tiempos de revuelta, mientras algunos proletarios se alzan contra los enemigos obvios y los no tan obvios, otros tantos se acobardan y encierran en sus casas o practican conductas como la que hemos señalado.
Que quede claro, nuestra intención (como miembros de una clase que lucha, no como grupo) es que se multipliquen los rompimientos, y si hacemos ver las conductas poco revolucionarias de ciertos proletarios es en un ánimo de dilucidar la posición que están comenzando a ocupar, quizás inconscientemente, y que sepan también romper con ellas.
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