
En un desclasado que anhela convertirse en un pequeño burgués, que sucumbe ante la histeria colectiva. Que no se detiene a analizar la realidad y que clama por gases y balas contra pobres más pobres más pobres que ellos, olvidando su pasado en un toma y pasando por alto a los propios que entre gritos y golpes explicaban su verdadero objetivo a tomar: un sitio baldío a un costado de la nueva población. Esto nos hace pensar sobre muchas luchas (por vivienda, de los pescadores, de los mineros, de los secundarios, etc.) que generalmente se enfrentan al sistema sin cuestionarlo en su totalidad. Que no apuntan al problema de fondo, el capitalismo. Más bien claman por soluciones inmediatas que surjan desde las propias entrañas del capital. Curioso y lamentablemente común.
Es aquí donde hace falta radicalidad en la lucha, esto no quiere decir que cada proletario que se levante, deba hacerlo con una bomba molotov en su mano, si no que debe levantarse reconociendo a su enemigo, reconociendo sus disfraces y asumiendo que la lucha contra el capital es a muerte, que con cada pacto y transacción la burguesía se fortalece y valida. Aquella clase que nos oprime gana adeptos dentro de los propios explotados con cada cheque que se pasa por debajo para terminar con las movilizaciones.La radicalidad reconoce a sus hermanos de clase, los apoya, jamás los condena al abandono y a más miseria. Jamás arremete contra ellos usando a la policía. Jamás, a menos que los objetivos se hayan perdido ya por completo. A menos que la lucha y el levantamiento hayan sido sólo por un tema puntual y una vez conseguido, persigue a quien atente contra la ordenada democracia que le dió una casita de cartón piedra (la misma en la que ninguna autoridad viviría jamás). La indignidad humana puede llegar a alcanzar proporciones dantescas.Con todo esto no queremos decir que no sea válido luchar por un lugar donde vivir, por un lugar que proteja a nuestros hijos del frío, pero esa lucha debe hacerse con conciencia de la clase a la cual se pertenece, con conciencia de que mientras haya capitalismo habrá explotación, miseria y desigualdad. Una vez asumido esto, cada pequeña lucha, cada tarea por insignificante que parezca cambia de color y jamás terminará en golpes y escupitajos entre los propios pobres, porque esa rabia, desprecio y odio se dirigirá a los verdaderos causantes de la miseria.
¡¡Arriba las luchas con conciencia de clase, muerte al capitalismo y quienes lo sustentan!!!.
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